UN TERREMOTO POLITICO PARA MILEI

“LA DERROTA EN BUENOS AIRES Y EL CAMINO HACIA LA RECUPERACION”

Pocas fechas han marcado un punto de inflexión tan dramático como el 7 de septiembre de 2025. Las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires, el distrito electoral más poblado y estratégico del país, con más de 17 millones de habitantes, se convirtieron en un plebiscito inesperado sobre la gestión del presidente Javier Milei. Lo que se presentaba como una oportunidad para consolidar el poder de La Libertad Avanza (LLA) terminó en una derrota aplastante: el oficialismo nacional, representado por LLA, obtuvo apenas el 33,84% de los votos, mientras que la coalición peronista Fuerza Patria, liderada por el gobernador Axel Kicillof y respaldada por la influencia de Cristina Fernández de Kirchner, arrasó con el 47,04%. Esta brecha de más de 13 puntos no solo representa un revés electoral, sino un cuestionamiento profundo al modelo ultraliberal de Milei, que ha priorizado el ajuste fiscal y la “motosierra” estatal por encima de la sensibilidad social y la construcción de consensos.

Como abogado veo en esta derrota no solo un fracaso táctico, sino un síntoma de las contradicciones inherentes al mileísmo: un movimiento que irrumpió en 2023 con un discurso antisistema, antiperonista y prometedor de cambios radicales, pero que, tras casi dos años en el poder, se enfrenta a la realidad de gobernar un país con profundas desigualdades estructurales. Buenos Aires, tradicional bastión peronista pero donde Milei había ganado en las presidenciales de 2023, se convirtió en el espejo de un descontento generalizado. El peronismo no solo retuvo el control de la Legislatura provincial —renovando 46 diputados y 23 senadores—, sino que fortaleció su mayoría en el Senado bonaerense, complicando aún más la gobernabilidad nacional de Milei de cara a las elecciones legislativas nacionales de octubre. Analicemos paso a paso las causas de esta caída, los errores cometidos y los caminos posibles para revertir el escenario, incluyendo el controvertido rol de Karina Milei, la hermana del presidente y figura clave en su entorno.

¿Por Qué la Derrota? Un Análisis de las Causas Estructurales y Coyunturales

La derrota del oficialismo en Buenos Aires no fue un accidente; fue el resultado de una acumulación de factores que revelan las limitaciones del estilo de gobierno de Milei. En primer lugar, el contexto económico juega un rol central. Aunque el gobierno ha logrado estabilizar la macroeconomía —con un superávit primario del 0,6% del PBI en 2025, tras el 1,8% en 2024, y una inflación controlada en comparación con los picos de 2023—, esta “estabilidad” no se traduce en mejoras perceptibles para la ciudadanía. La recesión, el desempleo disfrazado en el sector público y la persistente dificultad para llegar a fin de mes han generado un “voto castigo” masivo, especialmente en los sectores de bajos ingresos donde Milei había arrasado en elecciones previas. En Buenos Aires, el peronismo ganó en seis de las ocho secciones electorales, incluyendo las más pobladas del conurbano sur, donde la pobreza y el impacto de los ajustes fiscales se sienten con mayor crudeza.

En segundo lugar, los errores políticos y estratégicos fueron flagrantes. Milei nacionalizó la elección, convirtiéndola en un referéndum sobre su figura personal en lugar de enfocarse en candidatos locales fuertes. Esto fue un grave calculo: al posicionarse como el “jefe” absoluto, expuso a LLA a las críticas por su estilo hiperautoritorio y su falta de negociación en el Congreso nacional. En lo que va de 2025, el gobierno ha perdido 12 votaciones clave en el Parlamento, lo que evidencia una incapacidad para formar coaliciones. Además, escándalos de corrupción en el entorno presidencial —incluyendo acusaciones de nepotismo y malversación— han erosionado la imagen de “antisistema” que Milei cultivó. Medios internacionales, como El País y Euronews, destacan cómo esta derrota reduce el margen de maniobra del gobierno en un contexto económico debilitado.

Desde una perspectiva sociológica, el mileísmo subestimó el arraigo cultural del peronismo en Buenos Aires. Fuerza Patria, con Kicillof a la cabeza, capitalizó el descontento social mediante un discurso de “defensa de los derechos” y una red de intendentes peronistas que movilizaron el aparato electoral. En contraste, LLA careció de estructura territorial sólida, confiando en el carisma de Milei y las redes sociales, lo que funcionó en 2023 pero falló ante una participación ciudadana del 62,13%. El resultado: un peronismo revitalizado, con Cristina Kirchner emergiendo como figura clave, y un oficialismo que pierde apoyo incluso en barrios pobres donde antes dominaba.

El error principal, en mi opinión, fue la rigidez ideológica. Milei prometió “cambios estructurales” como la dolarización, pero sin dólares suficientes ni alianzas políticas, estas promesas se convirtieron en retórica vacía. Como analista, veo aquí un choque entre el liberalismo radical y la realidad argentina: un país con un Estado omnipresente y una sociedad que valora la protección social, no solo la libertad económica.

¿Qué Debería Hacer Milei para Revertir el Escenario?

Milei ya reconoció la “clara derrota” y prometió “corregir errores” sin alterar el rumbo económico. Sin embargo, para revertir esta tendencia antes de las elecciones nacionales de octubre, debe adoptar una estrategia multifacética que combine pragmatismo político, ajustes económicos sensibles y reconstrucción de imagen.

Primero, en el plano político: Buscar alianzas urgentes. El PRO de Mauricio Macri, debilitado pero con estructura, podría ser un socio clave, aunque el antikirchnerismo de LLA complica esto. Milei debería fomentar un traslado de figuras del PRO hacia su espacio, como se especula en análisis postelectorales. Además, profesionalizar el equipo: reducir el peso de figuras controvertidas e incorporar tecnócratas para negociar reformas en el Congreso. La pérdida de apoyo parlamentario en 2025 ha sido lapidaria; sin coaliciones, las reformas estructurales (como la laboral o la previsional) quedarán en standby.

Segundo, en lo económico: Enfocarse en la “micro” más que en la “macro”. Aunque el superávit fiscal es un logro, debe complementarse con medidas que alivien el bolsillo: subsidios selectivos a vulnerables, inversión en empleo productivo y un plan contra la recesión. La dolarización, como idea, es inviable sin reservas; mejor optar por una estabilización gradual con apertura al mundo, pero sin ignorar el impacto social. Como analista, recomiendo un “shock positivo”: anuncios de inversión extranjera que generen empleo, para contrarrestar el descontento.

Tercero, en comunicación y estilo: Moderar el discurso. El hiperautoritarismo y las peleas con todos (incluyendo aliados potenciales) han aislado a Milei. Debe reconstruir su imagen como líder inclusivo, reconociendo el malestar social sin ceder en principios. Redes como X muestran un debate intenso: mientras algunos ven esto como “el principio del fin”, otros lo atribuyen a errores corregibles.

Los Pasos de Acá en Adelante: Un Roadmap para la Supervivencia Política

De inmediato, Milei debería realizar cambios en el gabinete para refrescar la imagen: incorporar perfiles moderados y reducir el inner circle familiar. Preparar octubre como una “revancha”: enfocar la campaña en logros concretos (desinflación, estabilidad cambiaria) y atacar al peronismo por su historial de corrupción, pero sin nacionalizar excesivamente.

A mediano plazo, avanzar en reformas graduales: priorizar la ley de bases aprobada en 2024, pero negociando con gobernadores peronistas para evitar bloqueos. Socialmente, invertir en programas de contención para clases medias y bajas, donde el voto castigo fue más fuerte.

A largo plazo, si sobrevive octubre, Milei podría consolidar un bloque liberal-conservador para 2027. Pero si pierde terreno nacional, enfrentará un Congreso hostil, complicando su segundo mandato.

¿Debería Renunciar Karina Milei? El Dilema del Nepotismo

Karina Milei, secretaria general de la Presidencia y apodada “El Jefe”, es una figura polarizante. Su rol como armadora política y confidente del presidente ha sido criticado por nepotismo y por centralizar decisiones, lo que contribuyó a la derrota: analistas la señalan como responsable de la estrategia fallida en Buenos Aires. Desde una perspectiva política, su renuncia sería un gesto simbólico poderoso: despersonalizaría el gobierno, reduciría acusaciones de corrupción familiar y permitiría profesionalizar el equipo. Veo en su influencia un riesgo: refuerza la percepción de un “clan Milei” desconectado de la realidad.

Sin embargo, no es indispensable que renuncie inmediatamente; podría reubicarse en un rol menos visible. Si Milei quiere revertir la imagen de autoritarismo, sí: su salida enviaría un mensaje de humildad y apertura. De lo contrario, perpetuará el aislamiento.

La derrota en Buenos Aires es un golpe duro que anticipa desafíos para la gobernabilidad de Milei, especialmente en un contexto de recesión y descontento social. Pero la política argentina es volátil: con correcciones rápidas, Milei podría recuperar terreno en octubre. El peronismo, revitalizado, emerge como oposición fuerte, pero dividido internamente. Como especialista, creo que este revés obliga a Milei a evolucionar: del radicalismo ideológico al pragmatismo gobernante. Si no lo hace, podría marcar el ocaso de su proyecto. Argentina necesita líderes que equilibren libertad económica con justicia social; el tiempo dirá si Milei está a la altura.

 

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